¿Y tú que vendes? (Polvo al polvo 5)
Entró por la puerta y sonrió.
Esperó pacientemente a que los clientes se fueran marchando
para presentarse.
Representaba a uno de los proveedores de la tienda.
Entre sonrisas y flirteos me fue enseñando el catálogo,
hasta que la hora de cerrar se acercó.
Salí del mostrador para cerrar la puerta y así poder
continuar más tranquilos, sin interrupciones, la exposición de sus productos.
Gire la llave en la cerradura y note como sus manos me
agarraban por la cintura, a la vez que me arrastraban hacia su cuerpo.
Con uno de sus brazos rodeo mi cintura mientras con la otra
mano levantaba mi barbilla para hace mi boca más accesible a sus labios, que se
precipitaron con urgencia sobre ella.
Sin dejar de besarle me gire y agarrando su camisa le empuje
hacia la trastienda.
Allí, a salvo de miradas indiscretas continuamos besándonos con
urgencia, mientras nuestras manos se deslizaban entre botones y cremalleras
intentando encontrar un poco de piel tibia y perfumada.
Ya sin ropa seguimos acariciándonos sin prisa, recorriendo
nuestros cuerpos con las manos y la boca, reconociendo nuestro sabor.
Con un movimiento certero despeje la mesa de papeles sin
separar mis labios de los suyos, a la vez que sus manos me acariciaban entre
las piernas.
Me subió a la mesa de un empujón y coloco mis piernas sobre
sus hombros, y sin tiempo para pensar empujo dentro de mí con decisión y
firmeza.
Los gemidos inundaron la trastienda siguiendo el compás de
sus embestidas.
Durante unos minutos nos fundimos en un cuerpo, sudor y
saliva hasta llegar al orgasmo.
Desde entonces los comerciales me hacen sonreír.
Nashaimm.
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