Son las Diez

No estaba previsto realizar otra entrada en tan poco tiempo, pero hoy, revolviendo en los papeles de mi época de instituto encontré algo que escribí por aquel entonces. 

Al volver a leerlo me he quedado de piedra, algo que esta escrito desde hace tantos años, (desde el 1999 para ser exactos) y que a día de hoy me parezca tan cercano.

Recuerdo aquel tiempo con verdadero cariño, aun mis historias tenían un final feliz y dulce que con los años se ha convertido en incierto.

Aquí os dejo esta joyita que cuando la escribí nunca pensé que viera la luz y mucho menos que después de tantos años una de mis fuentes de inspiración siguiera siendo la misma.


Son las diez, a penas se ha despertado el barrio. Me levanto y Oscar sigue dormido en su manta, acurrucado junto al radiador del salón.

Voy a la cocina y me preparo el desayuno, de nuevo para mi sola; después de seis meses y aun no me hago a la idea, todavía le echo de menos.

Desayuno y vuelvo a la cama, ya esta fría pero me acurruco bien y pronto vuelve a calentar. En ese momento es cuando mas le echo de menos, él me abrazaba y me besaba hasta hacerme entrar en calor y sus brazos me ofrecían una seguridad y una calma que no he vuelto a encontrar en otros brazos.

Sus besos eran suaves, como caricias, me hacían perder el sentido de la realidad. Mas de una vez nos perdimos en el tiempo y jugando dejamos que la mañana del lunes nos sorprendiera confundidos, buscando un domingo que se nos había ido de las manos.

Fueron días felices, los mas felices, pero lo bueno no dura eternamente y ahora estoy aquí, en la cama, sola, un domingo, deseando que el día pase rápido para que las rutina de los lunes me haga olvidar la nostalgia que siento al recordar los buenos momentos.

Casi estoy dormida cuando suena el teléfono, descuelgo y oigo su voz, a punto estoy de colgar el teléfono pensando que era un sueño. 

Entonces me dice que me echa de menos, que todo ha sido un error, que nunca debió marcharse y dejarme sola.

Acto seguido llaman a la puerta, dejo el teléfono en la mesa y abro la puerta.

Y ahí esta...desafiando a la gravedad con su silueta alta y esbelta. A penas a cambiado en este tiempo, solamente su pelo un poco mas largo, cosa que me hace recordar las veces que hundí mi nariz en su pelo para respirar su aroma dulce y almizclado.

Nos miramos un instante y acto seguido nos fundimos en un abrazo del que aun nonos hemos separado.

Paz.


Comentarios

  1. Dicen que "rectificar es de sabios". También dicen que "segundas partes nunca fueron buenas". Aunque claro, ahí está "El padrino 2" para dejar en evidencia este último dicho popular. Yo opino que nada está escrito, y que a veces hay que dejarse llevar. ¿Quién sabe? Igual por miedo a "tropezar dos veces en la misma piedra" (y dale con los dichos populares) nos perdemos algo realmente bueno. Mejor probar a ver qué tal y, si no funciona, se deja correr y ya.

    Celebro que hayas podido rescatar algunas piezas de tu época de estudiante. Sé por experiencia la de sorpresas agradables que a veces nos llevamos al leer cosas que escribimos tiempo atrás. Son como pequeñas radiografías de quienes fuimos en otro tiempo. Aunque a veces esas radiografías poco o nada tengan que ver con nuestro "yo" actual. Sin embargo, ahí están, para evidenciar nuestra evolución personal, intelectual, sentimental y emocional; lo cual está bien.

    Saludos, Mar. Ah, y gracias, acabo de ver en el margen derecho de tu blog que me tienes en tu lista de blogs y eso me ha hecho sentirme honrado y agradecido, (y un pelín orgulloso, para qué lo vamos a negar). De verdad que sí. ¿Puedo darte un beso virtual? Casto y puro, ¿eh?, que no quiero problemas con Oscar. Nos leemos.

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