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Hoy he dado rienda suelta a la nostalgia.
He paseado por mi muro y he
deslizado mi pulgar hacia la izquierda sin descanso revisando el testimonio gráfico
de la última década.
Cada instantánea me ha provocado
una sonrisa.
Algunas de auténtica felicidad
por lo vivido, aquellas en las que están Ellas, las constantes de mi vida, las
anclas que mantienen mi pequeño cascarón fondeado en aguas tranquilas y me
amarran fuerte con sus cabos rojos cuando me adentro en la tempestad.
Otras sonrisas son de orgullo,
por haber dejado atrás las tormentas que inundaban mi barco haciendo que
avanzar fuera casi imposible.
Sin embargo algunas son
tremendamente nostálgicas. Son recuerdos de otros mares en los que fui feliz, a
los que ame con locura a pesar de vivir en ellos una continua tempestad que
siempre dejaba mis velas mojadas y hechas jirones. Mares que debí abandonar
para poder seguir adelante a pesar del placer que me proporcionaba sus frías
aguas oceánicas.
Las más recientes son sonrisas
llenas de ilusión, mientras navego por aguas desconocidas descubriendo nuevos
paisajes, algunos ligeramente familiares, otros completamente desconocidos que
me aportan diversidad y me descubren la dulzura oculta en otras latitudes.
Y así me doy cuenta de que el
viaje está mereciendo la pena.
No todo son días soleados con el
viento soplando a mi favor y a veces se me hace difícil manejar este barco sin tripulación,
pero tengo la mejor de las flotas acompañándome en el viaje y así es más fácil navegar
por la vida.
Se bienvenida nueva década.
Juntas haremos cosas maravillosas
y seguro que volverá a merecer la pena.
Pazz.
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