Y no llegó a ser una carta de amor...

Pues sí. Aquí estoy, desempolvando la pluma y dispuesta a hacer un esfuerzo faraónico para escribir una carta de amor.

No sabéis lo complicado que se hace escribir una carta de amor cuando no hay un objetivo tangible.

Y si, aunque aquí no lo veáis, hoy lo hago con pluma, como antaño, para evocar los amores pasados y su recuerdo. Para que entre todos me transporten a aquellas épocas en las que aún tenia sentimientos intensos y temblaba con la sola idea de sentir amor.

A ellos recurro con la esperanza de encontrar la inspiración que ahora me falta.

Y es que por ellos sentí todas esas cosas que ahora apenas recuerdo.

Por él que quede prendada solo con una mirada y pensé que era un sueño durante meses, por él que sentí que la tierra se abría durante aquel primer beso al más puro estilo Hollywood con temblor de piernas incluido y la sensación de flotar durante días.

También por él creí volar cogida de su mano, como si de Superman se tratase, la primera vez que tomo mis dedos entre los suyos, recuerdo sus labios suaves y la presión de su mano en mi espalda mientras mi corazón se me escapaba del pecho.

Por él también me abrazaba a la almohada, sonriente y coqueta al recordar la primera vez que me puse de puntillas para alcanzar sus labios mientras me sujetaba con ternura por la cintura.

Recuerdo el ardor de esas caricias furtivas en el sofá que me dejaron su huella durante meses.

Y el calor de ese beso que convirtió a dos extraños en almas gemelas.

Le recuerdo bien.

A cada uno en su momento, cada sentimiento, siempre distinto al anterior, siempre intenso y profundo.

Cada uno con su encanto, cada uno me dio algo distinto y también se llevo una parte.

Y aunque no son estos todos mis besos, si son en los que entregue mi alma, por los que ha merecido la pena y por los que seguiría penando.

Cada uno de sus dueños acariciaron mi corazón, algunos desgarrándolo después, otros cuidándolo con mimo, pero todos lo han hecho latir con furia, con pasión e incluso algunos, con amor.

A ellos recurro para evocar los sentimientos pasados, esos que ya no siento y que en cierta medida su ausencia desasosiega mi alma.

A ellos me agarro recordando que un día sentí, vibré y supe lo que era amar.


Paz

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