Diseñando mi utopía.

A mi, como a muchas otras personas, me vendieron la moto de que el amor es dependencia, que no estás completo sin una pareja, que la vida debe vivirse entre dos.

Así es lo que nos enseñan ya desde niños, con cuentos de princesas y la sociedad te empuja a seguir ese patrón de necesitar a alguien para ser feliz.

Durante años me deje llevar por la corriente y busque el amor como si fuese la solución a todo, como si el hecho de tener una pareja me hiciese sentir más mujer, más feliz, más completa.

Y lo encontré, me enamoré, viví en pareja y me dejé llevar por los convencionalismos de este estado.

Si he de ser sincera, durante todo el tiempo que duró la relación nunca me sentí más completa y tampoco más feliz que anteriormente.

Cuando todo terminó lo primero que sentí fue miedo.

Miedo a haber perdido mi oportunidad de ser feliz.

Poco a poco me fui dando cuenta que la felicidad no depende más que de uno mismo.

Empecé a tratarme con respeto, a cuidar de mis sentimientos hacia mi, a darme el cariño que me había negado hasta entonces esperando que otra persona me lo diera y me di cuenta que estoy completa.

No me falta nada, no necesito más que a mi misma para encontrar mi felicidad.

Entonces me paré a pensar. ¿Donde queda el amor ahora?.

La verdad es que me costó encontrar la respuesta.

Tuve que romper todos mis esquemas para volver a diseñar un espacio para el amor.

Mi vida está completa y me siento feliz con como soy y como la vivo, no necesito amar a alguien.

Pero el amor es un sentimiento y como tal es impredecible y también incontrolable.

Así que aun sin necesitarlo soy consciente que algún día volveré a sentirlo.

Y aunque eso no pueda evitarlo, y tampoco quiero hacerlo, si que puedo decidir cómo vivirlo.

Ya no quiero aquello que tuve, no quiero sentir la necesidad de amar, quiero hacerlo por convicción y por gusto.

Ya no quiero seguir las pautas marcadas de un amor al uso donde la vida sin el ser amado carece de sentido.

No quiero depender del amor de alguien ni que dependan del mío.

Ahora quiero mi utopía.

Esa relación en la que no es necesario restar nada y sólo hay que sumar en positivo.

Donde no hay que ocultar sentimientos y las verdades no causan daños.

Donde gestiono mi espacio y lo comparto con placer sin perder mi individualidad.

Donde no hay lugar para los celos, la desconfianza ni las mentiras.

Donde pueda ser yo siempre, en cada momento y no todo se resuma a un nosotros.

Donde el nosotros sea siempre consensuado y no dado por hecho.

Donde pueda amar sin medida, dejarme seducir por la pasión y arrastrar por la lujuria sólo por gusto y por placer y no por la necesidad de sentirme querida, porque querida ya me siento por la única persona que no puede faltar en mi vida, que soy yo misma.

Quizá todo esto suene un poco ególatra, y tal vez lo sea, pero creo firmemente que ahora que soy feliz es cuando estoy preparada para amar.

Paz.

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