Despertar (Polvo al polvo 4)

Después de una temporada en dique seco decidí abandonar la abstinencia y volver a la carga.

Había pasado varios meses alejada de cualquier tipo de relación que me implicara contacto físico con integrantes del sexo opuesto ya que las últimas experiencias me habían dejado un poco confusa, tanto en lo que esperar en la cama como sentimentalmente hablando.

Y es que yo soy de emociones fuertes, de sentimientos profundos y de relaciones pasionales y arrebatadoras y en mis últimos encuentros me había dado cuenta que algo cojeaba y se estaba poniendo feo.

Y es que me encontré con un contrincante que me hacía sentir demasiado y vibrar demasiado poco. Y yo ya no tengo ganas de sentir de más y no recibir lo que mi cuerpo demanda.

Así que deje de lado esos sentimientos confusos, que ni siquiera sabía si eran ciertos, y decidí volver a cabalgar libre de cargas.

Volví a las antiguas costumbres y no tarde demasiado en encontrar un contrincante que me ayudase a librarme del lastre.

Después de unas copas y unos bailes me encontré con el que sería mi compañero de esa noche.

Hacía tiempo que no nos veíamos y fue reconfortante comprobar que aún había química, por lo que no tardamos en alejarnos del mundanal ruido y refugiar nos en un rincón más privado.

Después de los meses de abstinencia y los recuerdos no del todo agradables de las últimas experiencias, tenía claro que esa noche iba a lograr que fuese épica.

Así después de deleitarnos con besos húmedos, profundos y arrebatados, durante tanto tiempo que nuestros labios enrojecieron y se hincharon, comenzamos a quitarnos la ropa con deseo de descubrirnos la piel, pero con una calma que lo vestía todo sensualidad.

Al desprendernos de nuestras ropas, nuestras manos se precipitaron a recorrer el cuerpo del otro, reconociendo cada poro de esa piel ya casi olvidada.

Me deje seducir por sus caricias que recorrían mi espalda en sentido descendente hasta llegar a mi culo, y seguian rodeando mi cadera para deslizarse suavemente por mi monte de venus y llegar así a mi clítoris, para empezar a cubrirlo de caricias que me hicieron jadear hasta perder el control y deshacerme en un orgasmo abrasador, qué lejos de dejarme saciada despertó en mí un hambre voraz, por lo que cubriendo de besos y deslizando mi lengua sobre esa piel dulce y aromática de su pecho fui descendiendo hacía su abdomen con dirección a su sexo, pero entreteniendome antes en sus caderas y sus inglés para crear cierta expectación.

En el momento en que en engullí su polla sentí como su cuerpo se arqueaba  con la presión de mis labios, mientras sentía como mi coño se humedecía.

Mantuve ritmo constante de succión lo largo de su verga hasta el momento en que sentí que se endurecía aun más y sus testículos, a los que acariciaba con deleite, comenzaban a retraerse y en ese momento cesé sin previo aviso, lo que hizo que un sonido gutural salirse de su garganta.

Acaricié su pecho durante un momento mientras nos besábamos y mientras rozaba mi entrepierna con la suya.

Sin poder aguantar más, me subí horcajadas sobre él y le introduje en mí con un movimiento brusco y rotundo que le hizo retorcerse debajo de mí. Comencé a mover mis caderas sobre él, comenzó a moverse conmigo consiguiendo un ritmo demencial que nos llevó en pocos minutos a estallar en un orgasmo que nos dejó sudorosos y saciados, pero sólo por unos minutos, los necesarios para recuperar el resuello y comenzar de nuevo.

Así pasamos la noche, repitiendo sin parar, sin ser capaces de aplacar la sed, hasta que nos encontró la mañana.

Después de una ducha en la que continuamos dandonos placer, nos despedimos con un beso casto y tierno.

No quedamos en volver a vernos y a ninguno nos importó, los dos sabíamos que lo volveríamos a hacer cuando fuese necesario.

Nashaimm.

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